TU DECIDES LO QUE LLEVAS EN TU CORAZON


Era un profesor muy comprometido y estricto, pero conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Un día de verano, al terminar la última clase del curso y mientras organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

“Profesor, lo que más me alegra de que haya terminado su clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar, por fin, de verle esa cara aburridora”-. El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila, le preguntó: -”Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?”- el alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta, por lo que el muchacho contestó de nuevo en tono despectivo: “Por supuesto que no” “Bueno, “- prosiguió el profesor - “cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo; en este caso, una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar”-. “No entiendo a qué se refiere”- dijo el alumno confundido -”Muy sencillo, “- replicó el profesor -”tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad”. “Muchacho, “- concluyó el profesor en tono gentil -”tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío”.

Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que decidas cambiarlo. Es tan grande la libertad que nos da nuestro buen Dios que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices. ¡TÚ DECIDES!

EL DIA VENDRA


¿Atraviesas un desierto?
También estuve allí
Donde el árbol va secándose
Donde gime su raiz
Donde el suela es quebrado y seco
no hay nubes en el cielo
No hay lluvia fresca o primavera
no ves final
(coro)
El día vendrá, y sin saber,
tu temporada cambiará
Yo no comprendo la razón
¡Sólo Dios!
¿Atraviesas un desierto?
Yo también estuve allí
La vida parece no progresar
quieres cambiar, mas no puedes salir

Es lugar de un gran vací­o interior
que nunca puedes definir
Mirando a Dios, ves lo
que quieres ser
al verte a ti, ves tu realidad
¿Atraviesas un desierto?
Hace poco estuve allí
Ahora estoy donde cae la lluvia
¡Donde todo es verde al fin!
Donde encuentro refugio en mi Dios
un lugar de rendirme a El
Yo miro a Dios, y veo
lo que quiero ser
¡El ve en mí ­ a Jesús!
El vendrá Y sin saber
tu temporada cambiará
Yo no comprendo la
razón ¡Sólo Dios!
El día vendrá Y sin saber
tu temporada cambiará
Yo no comprendo la razón
¡Sólo Dios!
El dí­a vendrá

¿ QUE HACEMOS CON LAS BENDICIONES DE DIOS ?


De acuerdo a lo que La Palabra de Dios (Biblia) nos enseña, todo lo que tenemos o somos proviene de Dios. Como hijos suyos, El nos provee con todo lo necesario para vivir y subsistir.

Argumentos como: Dios me bendijo con un esposo o esposa…, Dios me bendijo con hijos…, Dios me bendijo con un trabajo…, Dios me bendijo con dones espirituales…, Dios me bendijo con un ministerio…, Dios me bendijo haber nacido en un hogar cristiano…, etc., etc., son comunes en nuestras conversaciones y al momento de recibirlas (las bendiciones) nos gozamos, emocionamos y agradecemos a Dios en nuestras oraciones por ellas. Pero, ¿por cuanto tiempo?

Qué sucede en nosotros cuando surgen crisis matrimoniales, o cuando nuestros hijos pierden el interés por lo “del Señor”, o tenemos problemas en el trabajo, o in convenientes en el ministerio?
El peor enemigo de las bendiciones que Dios nos da por Gracia (sin merecerlas) es que con el pasar del tiempo, consciente o inconscientemente, pierdan el valor que en un comienzo tuvieron. Más aún; cuando con lo que Dios nos bendijo no marcha bien, muchas veces hasta nos atrevemos a reclamarle.
El primer reclamo lo encontramos en Génesis: …“la mujer que me diste…”

Es interesante descubrir en La Biblia que ella está llena de recomendaciones, sobretodo en tiempos de crisis, para que las bendiciones que Dios nos da (cónyuge, hijos, bienes, ministerios, etc.), permanezcan en el tiempo.
El desconocimiento de los consejos de Dios, es lo que nos lleva a tomar decisiones equivocadas. En vez de aplicar lo que La Biblia nos enseña, nos ponemos a experimentar según nuestra propia opinión y conveniencia.

En esta breve exposición, no he mencionado ninguna cita bíblica exceptuando el ejemplo de Adán cuando le reclama y s e excusa ante Dios, pretendiendo obviar toda responsabilidad.
La razón principal que me motiva, es invitarte a reflexionar sobre tus propias experiencias. También, deseo despertar en ti el interés de leer La Biblia bajo el aspecto de descubrir en ella los hermosos y sabios consejos para que tu vida, a pesar de las circunstancias, sea una bendición continua.
Descubre el valor de La Palabra de Dios como lo expresa el salmista en el Salmo 119.

Si te das cuenta que has sido negligente con lo que Dios te ha bendecido, se sincero/a como el rey David en reconocer tus errores y pide perdón y sabiduría a Dios para no volver a cometerlos. Lee y estudia La Palabra de Dios como que si fuese una carta (mensaje) personal para ti y en una actitud auto analítica, descubre si hubiese sido importante haber cuidado todo aquello con lo que Dios te ha bendecido.