INCOMODIDAD POR DIOS

Debes saber que cuando decidas hacer algo para Dios, te vas a posicionar en situaciones incomodas. Muchos piensan que tener una relación con Dios no es costoso. Pero, servir a Dios requiere salir de la comodidad.
Jesús, en el comienzo de su ministerio, llamó a los discípulos a seguirle y luego otros quisieron hacerlo.
En Lucas 9:57-58 dice que,  - Yendo por el camino, uno le dijo: —Señor, te seguiré a dondequiera que vayas.  Jesús le dijo: —Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
No todo el mundo está dispuesto a pagar el costo de las inconveniencias, que son necesarias, para seguir a Cristo.  La verdadera  vida de un cristiano no siempre será conveniente, llegara el momento donde se te  exija cosas difíciles. Se presentara el momento donde debes escoger ser de aquellos que come de los panes y los peces multiplicados por Jesús; o ser uno de los discípulos, que les dé de comer a otros.
Los discípulos fueron los que claramente vieron el milagro de como se multiplico aquel alimento. No te conformes con ser de los que reciben de la multiplicación; bendice a otros con lo que Dios ha multiplicado en tus manos.
Muchos desean entrar a este nuevo nivel con Dios, pero no son capaces de romper con aquellas cosas, que sin darse cuenta, limitan la oportunidad más poderosa que pueden tener en sus vidas.
No seas de aquellos que se conforman con recibir una palabra poderosa.  Si quieres tener una experiencia sobrenatural y de madurez en tu relación con Dios debes hacer cambios.
 Cuando hagas esos cambios, debes saber que el camino, no será un camino de comodidad.

QUITATE DEL CAMINO

Romanos 4 nos habla acerca de cómo vivir una vida de fe, por encima de nuestras circunstancias, usando como ejemplo al padre de la fe: Abraham. Abraham no se debilitó en la fe; no consideró el estado de su cuerpo ni la esterilidad de su esposa, Sarah, sino que creyó a la promesa de Dios, por encima de estas cosas.
En Génesis 22, Dios le pide a Abraham que le entregue a su hijo, el hijo de la promesa, aquel que se había tardado 25 años en manifestarse. Y Abraham se encaminó para entregar a Dios lo que pidió. Ese es el grado de fe al que debemos llegar como creyentes, para poder vivir y experimentar de Dios aquello que solo un pequeño grupo de personas experimenta.
Cuando vas a la casa de Dios, te expones a la palabra y Dios comienza a levantar expectativas en ti, comienzas a esperar cosas nuevas, te das cuenta que hay nuevos niveles para ti, que hay paz, que se puede cambiar. La palabra de Dios llega a tu vida, y tus sentidos comienzan a despertar. Sueños comienzan a levantarse en tu corazón, y te das cuenta que lo que estás viviendo no es el final.
Pero, mientras vas madurando en el Señor, te das cuenta que hay un próximo nivel, más allá de la mera expectativa producida por una palabra: El nivel de las promesas de Dios. Es entonces que comienzas a creer en las promesas de Dios sobre tu vida. El detalle está en que la promesa de Dios se hace real, cuando tu vida está en las peores circunstancias.
Dios le da una palabra a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, a la tierra que te mostraré; y se despierta expectativa en Abraham, y sale Abraham, sin saber a dónde, todo porque oyó una palabra. Ahora, llegó un momento en que se encontró con Melquisedec, quien le dice: Dios te va bendecir, por encima de lo que has pensado; si crees que lo que tienes hoy, es todo lo que Dios te va a dar, prepárate, porque viene algo más grande para tu vida. Pero ahora, Abraham dice: ¿Cómo va a ser esto, si no tengo hijo? Es entonces que Dios le promete un hijo.
En adelante, Abraham no caminaría por una palabra, sino por una promesa. Ahora no estaría pendiente a la tierra, a tener más posesiones, porque ya tenía todo esto; Abraham estaría pendiente a la promesa. Veinticinco años esperando una promesa. Todo lo que hacía era basado en una promesa de Dios y, mientras más se complicaba su vida, más cercano estaba el cumplimiento de la promesa.
La promesa de Dios no se cumple en tus mejores circunstancias. La palabra de Dios se cumple en todo tiempo en tu vida; la palabra de Dios te saca de donde tú estás para mostrarte el nuevo futuro que Dios tiene para ti, pero, cuando tú comienzas a caminar en ese futuro, te das cuenta que Dios tiene cosas más grandes para tu vida, y tu vida se comienza a complicar, y no hay congruencia con lo que Dios te está diciendo que va a hacer y lo que estás viviendo; ya no es una palabra lo que te sostiene, ahora es una promesa.
Dios te lo prometió, y se va a cumplir. Cuando peor se ven las cosas, es cuando más cerca está el cumplimiento de la promesa de Dios, porque la promesa de Dios solo puede cumplirse, cuando tú no puedes hacer nada para cumplir la promesa de Dios, porque no fuiste tú quien prometió, sino que fue Dios quien prometió que lo iba a hacer en tu vida y, cuando ya tú dices: No hay más nada que pueda hacer, solo me queda creer; prepárate, porque la promesa está más cerca de cumplirse de lo que tú jamás habías pensado.
Si hoy dices: Ya no hay más nada que yo pueda hacer; entonces dale gloria a Dios, porque ahora te puedes quitar del camino, y dejar que Dios haga lo que él dijo que él iba a hacer en tu vida.

ALIENTO

En Éxodo 3, se nos narra el momento del llamamiento de Moisés. Dios envió a Moisés delante del Faraón, para liberar al pueblo de Israel de la opresión de Egipto y para llevarles a la tierra prometida.
Pero a Moisés le preocupaba que ni Faraón ni el pueblo de Israel creyesen que había sido enviado por Dios. Entonces, en el capítulo 4, Dios le dice que arrojara la vara que tenía en la mano, y esta se convirtió en culebra. Entonces, Dios le dijo que la tomara, y así lo hizo, y se volvió vara en su mano. Y Dios le dijo: Por esto, creerán.
Más adelante, en ese mismo capítulo, en el verso 18, Moisés dice: Iré ahora, y volveré a mis hermanos. Definitivamente, podemos notar el cambio, la transición de pensamientos que hubo en la mente de Moisés. Al comienzo del capítulo, el problema que Moisés tenía es que la gente no iba a creer. Más adelante, Moisés establece que iría, esta vez, con la confianza de que le creerían.
Debemos recordar, además, que Moisés había salido años atrás de Egipto, huyendo de Faraón, quien procuraba matarle. Pero Dios le dijo: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.
De la misma manera, aquello que procuraba acabar contigo, desapareció. Aquello que  procuraba terminar con tu vida, ya no está. Hoy te vas a poder enfrentar al futuro y al destino que Dios tiene para ti. No tienes que seguir huyendo, no tienes que seguir corriendo porque, por causa de lo que Dios ha hecho en tu vida, aquello que procuraba tu muerte, ya no está.
Ahora bien, Dios no ha pasado tanto trabajo para mantenerte con vida, para que te quedes en el lugar donde está y no completes el propósito de Dios para ti. Prepárate, porque Dios te va a llevar al lugar donde la promesa se va a cumplir, aunque te sientas incómodo. Eso es parte de experimentar una vida sin límites.