FRUSTRACIÓN Y FALTA DE FE

¿Te has preguntado si Dios en algún momento se habrá sentido frustrado contigo? 
En el capítulo 11 del libro de Juan, la Biblia nos cuenta la historia de Lázaro.  Entre otros detalles, siempre se resalta el hecho de que Jesús lloró frente a la tumba de su amigo.  Pero Jesús no lloró porque Lázaro hubiese muerto, sino que lloró al ver que, tanto los discípulos, como Marta y María, estaban frustrados; no encontró fe en ellos.  Jesús lo único que buscaba era alguien que creyera, después de que todo parecía haber terminado. 
¿Cuántas veces tu falta de fe ha frustrado a Dios?  ¿Cuántas veces te has frustrado, porque las cosas no han sucedido como tú pensabas y han pasado tus cuatro días?  Hay gente que se encuentra tan frustrada que, muchas veces, desean hasta morir.
A pesar de tu frustración, aunque parezca que han pasado cuatro días, Jesús viene de camino.  Lo que Dios dijo que iba a hacer, lo va a hacer comoquiera.  Dios se pasea en medio de su pueblo buscando una Marta, una María y unos discípulos que crean, aunque parezca que se tarda.  No frustres el corazón de Dios. 
La frustración que estás sintiendo, Dios la cambiará en gloria. No importa lo que te haya dicho el médico, no importa si el banco ha dicho que no se puede, no importa que los que te rodean no crean, no importa que hayan pasado cuatro días y el matrimonio tenga mal olor, que el problema ya tenga mal olor, que las finanzas estén muertas y tengan mal olor.  No importa el tiempo que tome, mantente creyendo.  Cree que Dios todavía puede restaurar tu matrimonio, tu familia, rescatar tus hijos, entregarte una empresa o un empleo, sanarte de esa enfermedad, bendecirte y prosperarte. 
Dios te dice hoy: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?
Las personas frustradas se encuevan a llorar; pero aquellos que tienen fe y todavía siguen creyendo, no entraran a la cueva, sino que se paran firmes frente a la cueva y declaran: Ven fuera
¡No te rindas! Continúa con las mismas fuerzas que tenías hace diez o cuarenta años atrás; continúa con las mismas fuerzas de cuando recibiste al Señor como tu Salvador personal; esas mismas fuerzas para seguir creyendo que verás la gloria de Dios en tu vida y en la de los tuyos. 

NO TE DESESPERES

El grado más peligroso del cristiano no es el pecado, sino el dejar de tener fe.  Es verdad que debemos evitar el pecado pero, la gracia salvadora de nuestro Señor Jesús te puede libertar, hacerte nueva criatura y moverte hacia adelante. Pero Dios no te puede levantar de la falta de fe. Hay que tener esperanza para que sea esa misma esperanza la que provoque fe en tu vida. Hebreos 11: 6 dice que sin fe es imposible agradar a Dios y Romanos 14:23 dice que todo lo que no es de fe, es pecado.
Siempre se ha señalado a la gente del mundo que está en pecado, pero, si no tienes fe, siendo cristiano, es peor porque los del mundo no tienen el conocimiento de Dios y de la palabra que tienen los cristianos.  Hoy la pregunta es: ¿En qué estás creyendo?  ¿Qué estas esperando suceda este año?  ¿Qué esperanza tienes?  ¿Que provocará que haya esperanza en tu vida?  El problema se encuentra en que las circunstancias adversas llevan a muchos a un punto de estar en apuro y, sin darse cuenta, el momento de apuro se convierte en desesperación.
En 2 Corintios 4:7, Pablo dice que estamos en apuros, más no desesperados.  El estar en apuros es estar en aprietos, conflictos, o dificultades.  Cuando estás en apuros, puedes sentirte perplejo, confundido, y sin salida, y pensando que no tienes recursos para salir de la situación en la que te encuentras, pero aun así no estás desesperado.  Estar desesperado, es estar sin esperanza.  Esto sucede cuando no se tiene algo en que creer.  Pablo dice: Puedo estar confundido, sin ver la salida, pero tengo esperanza. 
Jeremías, en el capítulo 38 del libro de Jeremías, le profetizó al pueblo lo que sucedería, si no tornaban sus vidas a Dios.  El pueblo, al escuchar las palabras de Jeremías, se puso en contra del profeta.  Lo echan en una cisterna donde solo quedaba lodo; allí, mientras más se movía, más se hundía.  Jeremías no tenía manera de salir de aquella cisterna, a menos que alguien le ayudara.  Esto mismo sucede, espiritualmente, cuando se está en apuros y se llega al momento de angustia.  Mientras más te desesperas, más te hundes en las circunstancias adversas.  Pero Dios sacó de aquella cisterna a Jeremías, pues él no deja en vergüenza a los que Él ha llamado.
No pierdas la esperanza; sigue creyendo, aunque –como a Jeremías– te digan loco.  Diles: Esto va a cambiar, porque Cristo en mí es esperanza de gloria.  Prepárate porque, así como Dios sacó a Jeremías, de esa misma manera, vendrán tu ayuda y el día de la doble paga. 

TRIBULACIÓN Y ANGUSTIA

En 2 Corintios 4:8, Pablo dice que estamos atribulados en todo, mas no angustiados. Muchos piensan que esta no es una declaración de fe, pero fe no es negar las circunstancias naturales; fe es no permitir que estas circunstancias lleguen a aturdir nuestro corazón, al punto de destruir lo que Dios ha puesto dentro de nosotros.
Pablo vivió momentos de tribulación. A pesar de esto, en una ocasión, estando en la cárcel, Pablo es llevado frente al rey Agripa y, al preguntársele qué tenía que decir, lo primero que Pablo dice, según la traducción de la versión en inglés, es: Yo me pienso feliz. Pablo no permitía que las circunstancias determinaran lo que había en su interior.
Todos hemos tenido la experiencia de estar atribulados en todo, pero no podemos permitirnos llegar al punto de estar angustiados. Esa palabra angustiados, según la definición del término utilizado en el texto original, denota estrechez. Estar atribulado es estar en presión por todas partes. Y Pablo quiso decir que, aunque estuvo en presión por todas partes, no llegó al punto de estrecharse.
Cuando una mujer va a dar a luz, los médicos miden cuánto ha dilatado, para determinar el momento del alumbramiento porque, ante la presión que siente la mujer en todo su cuerpo, la solución es ensancharse.
La solución para no estar angustiado es engrandecerte. Cuando el mundo te atribula, cuando te pone presión por todas partes, es ahí que Dios te dice: Ensánchate, para que puedas traer a la luz todo aquello que yo quiero para tu vida.
Ante la presión, no cedas, no te estreches, no reduzcas, porque la respuesta de Dios es otra: Ensánchate.
En 1 Samuel 28, vemos que, ante una situación difícil, Saúl consulta a Dios, pero no recibe respuesta. Saúl no tenía a través de quién consultar a Dios, porque el profeta Samuel había muerto. Entonces, Saúl fue a consultar a una adivina, pidiéndole: Hazme venir a Samuel.
“Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muyangustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más…” 1 Samuel 28:15
¿Cuándo es que se angustia el espíritu de un creyente? Cuando Dios no responde más.
Dios apartó su rostro de Saúl, quitó el reino de sus manos, y lo entregó a David; todo esto, porque Saúl no acabó con Amalec, como Dios le mandó. La mano de Dios se apartó de Saúl, pero Saúl no perdió la posición, ni el don, sino la dirección de Dios.
Cuando un hombre pierde la dirección de Dios, angustia llega a su vida. La angustia no viene porque estés en problemas, en dificultades, en presión, sino que viene cuando no tienes alguien a través de quien puedas consultar a Dios, cuando no tienes a dónde ir para consultar a Dios.
Saúl, por mucho tiempo, tuvo tres cosas seguras: Soñaba las cosas que Dios haría; tenía acceso alUrim, al sacerdote; y tenía acceso al profeta. Cuando perdió todo esto, la angustia llegó a su vida.
Una de las cosas más grandes que tienes hoy en tu vida es el hecho de que, a pesar de problemas, dificultades, situaciones, tú tienes dónde ir para consultar a Dios. Cada vez que asistes a tu iglesia, Dios te da una palabra para dirigir tu vida; cada vez que oras, recibes una palabra de dirección de parte de Dios.
El problema es que, muchos, ante la tribulación, el último a quien consultan es a Dios. Consultan al vecino, y quien sea, dejando de buscar en el lugar correcto. Este no era el caso de Saúl. Él sí consultó a Dios primero, solo que ya no tenía acceso. Pero gloria a Dios que tú tienes acceso, gloria a Dios que tienes un lugar dónde recibir palabra. Y Dios te va a hablar, te va a dar dirección.
Ante la estrechez, ante la presión, ante la angustia, lo que hace falta es que vayas al lugar correcto y consultes a Dios, y Él responda a tu vida.