UN PACTO DE PROTECCIÓN

En Génesis 12-14, vemos que Abraham acepta el llamado de Dios en su vida y toma la crucial decisión de salir de casa de su padre y de su parentela, si saber a dónde.  Y el primer lugar por el que pasa es Egipto. 

Cuando Abraham llega a Egipto con su esposa Sarah, quien era muy bonita, le preguntan quién era, y le da miedo a Abraham y miente diciendo que es su hermana.  Abraham, por miedo, claudica al pacto que tenía con su esposa, negándola y entregándola.  Es Dios quien tiene que intervenir y detener a Faraón, haciéndole saber la verdad, para que no se quede con Sarah.  Es Dios quien tiene que ratificar, confirmar y mantener el pacto de Abraham y Sarah, para mantenerlos juntos; porque el momento de crisis, el momento de presión económica, lleva a Abraham a tomar una mala decisión con una relación de pacto.
Cuando salimos hacia lo que Dios tiene para nosotros, es un camino incierto.  Sabemos que vamos para un lugar, pero no sabemos para dónde vamos.  Sabemos que vamos para un sitio, porque Dios nos lo ha prometido.  No hubiéramos salido, de no haber tenido la certeza de que Dios nos va a llevar a un nuevo lugar; pero la primera tentación que llega a tu vida es la de romper con todas tus relaciones de pacto. 
No podemos vivir en tiempo de crisis, sin saber quiénes somos.  Si no estamos claros en quiénes somos, cedemos ante cualquier tentación, ante cualquier oferta.  
Cada vez que Dios te promete un nuevo negocio, una nueva oportunidad, y tú comienzas a caminar hacia esa nueva oportunidad, tentaciones comienzan a llegar, en medio de tu camino, para que tú rompas las relaciones de pacto que ya tú tienes en este momento.  Es por esta razón que, mientras más caminamos al destino de Dios para nuestras vidas, más firmes tenemos que tener a nuestra familia, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a aquellos con los cuales tenemos una relación de pacto porque, en cualquier momento, se nos pondrá la presión para que cedamos a entregar a aquellos con los cuales nosotros tenemos pacto.  Y es triste que, en medio de las crisis económicas, le hagamos pasar a nuestra familia por ciertas cosas, simplemente por pensar que ellos tienen que soportarnos comoquiera.
Es triste que demos por sentado a nuestra pareja, a nuestros familiares.  Es triste porque pensamos que ellos tienen que entendernos, que tienen que entender lo que estamos pasando, lo que está ocurriendo en nuestras vidas; y esto es algo que puede destruir la vida de una persona para siempre. Cuando tú comienzas a caminar hacia el destino de Dios para tu vida, de nada te sirve salir con tu cónyuge y con tus hijos, y llegar sin ellos.
Cuando Lot se separó de Abraham, se metió en Sodoma y, al salir de allí, salió sin su esposa; porque es imposible acercarte al pecado, y que las relaciones permanezcan intactas.  Cuando Lot salió de Sodoma, sus hijas estaban pervertidas, y su esposa se convierte en una estatua de sal.  Lot expuso a su familia a algo a lo que no debió haberla expuesto.  Prefirió los campos lindos, verdes, cerca de Sodoma, antes que cuidar y proteger a su familia.
No tomes decisiones sin cuidar de tus hijos, sin cuidar quién va a influenciar a tus hijos o a tu pareja.  No aceptes trabajos, compromisos, sin tener en cuenta que pudieras estar poniendo en peligro a aquellos que realmente Dios mandó que sacaras contigo.  Dios no mandó a Lot a salir con Abraham, pero sí mandó a Sarah a salir con Abraham.  El problema es que, cuando estamos en esa transición, tendemos a entregar a aquellos con los cuales debemos tener compromiso.  Pero lo grande es que, como Dios tenía una grande promesa para Abraham, protegió a Sara, haciéndola estéril, porque Dios no iba a permitir que la mujer de la promesa se embarazara de Faraón y tuviera un hijo de él.  La mujer de la promesa no cargaría un hijo de Egipto, y Abraham no tendría que mantener un hijo de Egipto, de Faraón. 
Declara la palabra sobre tu familia, en estos tiempos de crisis. Declara que Dios protege los tuyos, que Dios le va a decir a la gente en la calle, como le dijo a Faraón: No los toques, porque tienen un pacto conmigo.
A pesar de tus errores, el Dios Todopoderoso tiene la autoridad para cuidar de los tuyos, para guardarles dondequiera que se encuentren.  Hoy Dios comienza a proteger a tu familia, a cuidar de los tuyos y pronto verás que te serán devueltos, sanos y salvos, en el nombre de Jesús.

FE Y OBEDIENCIA

Dios le dijo a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela. Abraham se llevó a Lot con él y, más adelante, tuvieron problemas. Tuvieron problemas porque Lot no pudo aguantar la bendición que cargaba Abraham. Tuvieron, entonces, que separarse; pero, a través de aquella separación, permitió Dios que Abraham pudiera recibir mayor bendición.
Abraham tuvo que ir a pelear por Lot, para rescatarlo. Y tú tienes que entender que, cuando tú verdaderamente entiendes la identidad, el valor, el llamado que Dios ha puesto sobre ti, Dios te va a usar para bendecir aun a aquellos que no han entendido el don de Dios en tu vida.
Para llegar a la tierra que Dios le mostraría, Abraham tuvo que pasar por otros lugares. Abraham salió sin dirección, sin un lugar específico hacia donde llegar. Hay un nivel de fe cuando podemos seguir una instrucción de Dios, aun sin entenderla, aun sin tener todos los detalles. Dios no tiene que darte detalles, él no tiene que darte explicaciones.
Cuando Abraham se fue de la casa de su parentela, lo hizo para que Dios trajera una definición firme en su vida y, a través de esa experiencia, él pudo entender que su camino a la tierra prometida iba a traer otras experiencias donde lo único que Dios iba a hacer era fortalecer la identidad que había puesto en él.
Cuando vamos en pos de nuestro llamado, de lo que Dios tiene para nuestra vida, una de las cosas que tenemos que entender es que el camino no va a ser fácil; pero, mientras tú mantengas tus pensamientos en el lugar correcto, cada experiencia va a definir tu vida más firme que nunca antes en el Señor.
Quizás todavía no has entendido por qué pasaste por ciertas experiencias, por qué Dios abrió o cerró una puerta en tu vida; hoy Dios te dice: Porque he puesto una identidad en ti, y todo lo que voy a hacer contigo va a sobrepasar todas las experiencias negativas del pasado. Todo lo que el enemigo te ha querido robar, todas las palabras negativas que se han hablado sobre ti, todas las veces que han querido detener tu potencial, todo eso va a caer al piso, cuando tú entiendas el valor que Dios ha puesto en ti, la verdadera identidad, el propósito de Dios en ti. Pero tienes que ubicarte en el lugar correcto.
En Génesis 14, vemos que, cuando Abraham supo que su pariente, Lot, estaba prisionero, armó a sus criados. No dice que armó guerreros. Cuando estás en el lugar correcto, y entiendes la definición que Dios ha puesto en ti, tú haces lo que tienes que hacer con lo que tengas, aunque tú entiendas que eso que tú tienes no tiene las capacidades, aunque no tengas la educación, aunque no tengas las finanzas; pero, cuando Dios te manda a hacer algo, Dios te respalda; aunque tú vayas a enfrentar un ejército con criados, Dios respalda a aquellos hijos que siguen su voz.
16 Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.Génesis 14:16
Quizás el enemigo te ha querido quitar algo, pero hoy Dios te dice que tú vas a recuperar todo lo que el enemigo te ha querido quitar. Cuando tú mires hacia atrás, dirás: Misericordioso ha sido Dios conmigo; en los momentos en que no entendí lo que estaba pasando, hoy puedo dar fe que Dios no quitó. Dios lo único que hace es añadir a tu vida y, aun lo que el enemigo te ha querido quitar, Dios te lo va a dar multiplicado, cuando tú entiendas que, con lo que tú tienes tu puedes hacerle frente a cualquier situación que venga delante de ti. 

EL BUEN TRATO Y LOS DESACUERDOS

 Los matrimonios tienen desacuerdos porque son dos personas diferentes en su formación, su genética, han vivido distintas situaciones y a menudo han tenido que superar situaciones dolorosas dolor durante su infancia y juventud.  Precisamente de la madurez del carácter depende la habilidad de resolver las desavenencias conversando sensatamente sin iniciar un ciclo de agresión, que usualmente empieza con la manera de hablar y el lenguaje corporal.
Las parejas se acaloran conversando porque utilizan las palabras incorrectas y se acercan al cónyuge con el lenguaje corporal y las actitudes incorrectas. De hecho, la conversación no empieza con las palabras, sino con la forma en que nos acercamos a la pareja para hablarles de un tema. Los esposos, ya con vernos caminar hacia ellos, se están preparando para defenderse porque saben a lo que vamos, a menos que nos aproximemos de una manera agradable. Luego, de acuerdo a cómo le hables a tu pareja, el receptor te escuchará o no te podrá escuchar si identifica falta de respeto en tus gestos o palabras.
Con frecuencia no queremos admitirlo, pero creemos que la intimidad y la confianza nos dan el derecho de hablarle a la pareja como nos da la gana, sin escucharle ni tener en cuenta sus sentimientos. Es un hábito negativo que tenemos que dejar atrás por el bien del matrimonio.
La Palabra de Dios nos dice en 1 Pedro 3:9 (NTV):
No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él los bendecirá por hacerlo”.
¡Qué fácil es perdonar al de la oficina o a las personas que no conocemos! Pero ¿es igual en la casa? No, no lo es; la confianza y la intimidad rompen con el respeto. No debe ser así. Hablamos o respondemos a la ligera sin pensar en lo mal que se siente la persona que amamos y lastimamos sus sentimientos sin misericordia. Debemos tratar bien al de afuera, pero también al que vive contigo, al que duerme en tu cama.
Tu cónyuge merece un buen trato y en la Palabra dice claramente que Dios nos bendecirá por bendecir a otro, sea con nuestras acciones o con nuestras palabras. Hagamos un esfuerzo y seamos más tolerantes, pensemos bien lo que vamos a decir, de la misma manera que lo pensamos en el trabajo para no herir a un compañero de oficina. Actuemos de acuerdo a la Palabra, teniendo la palabra amable en nuestra boca, en todo momento. Ciertamente el ambiente en el hogar se sentirá liviano y se reflejará una paz que solo se puede encontrar cuando Dios es el centro de un hogar.

Cuando vayas a conversar o a discutir un asunto con tu pareja, especialmente si sabes que es un tema que trae discordia, haz lo siguiente:
  • Espera a que baje el coraje: el tuyo, el de él o el de ambos y los ánimos estén receptivos para conversar.
  • Acércate a tu pareja con amor, una palabra amable, una sonrisa o un gesto de proximidad.
  • Habla sobre el tema o conducta que interesas resolver en el presente y en términos de cómo te afecta. Conversa sin entrar en personalismos, sin insultar, menospreciar, culpar, señalar, sin traer a colación asuntos pasados y sin decir frases hirientes. Enfócate en el tema presente.
  • Sé directa(o) y clara(o), pero respetuosa (o). Evita los sarcasmos o las palabras de doble intención.
  • Bendice en vez de maldecir.
Para reducir y evitar los desacuerdos dañinos, esfuérzate a diario en crear un fundamento fuerte: un ambiente de paz y mutua comunicación.
  • Ten presente el poder del acuerdo ante Dios. Busca lograr un acuerdo y más allá, persigue vivir en acuerdo en las áreas más importantes de la vida: la pareja, la crianza de los hijos, el tiempo de Dios, las finanzas y otros temas que les afecten.
“Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo” (Mateo 18:19).
  • No asumas ni permitas que tu pareja asuma la actitud de “me toleras así porque me conociste así, ese soy yo y no voy a cambiar”. Esa es solo una manera de perpetuar una conducta inaceptable y justificarla. Busca ayuda profesional o pastoral para manejar este tipo de actitud.
  • Dedíquense tiempo el uno al otro.
  • Es muy importante que mantengan  una  comunicación saludable.
  • Cuida cómo llegas a tu hogar a diario y cómo hablas. Da lo mejor de ti a tu pareja y a tu familia.
  • Deja tras la puerta de tu casa cualquier momento negativo que te ocurrió afuera. Si lo quieres compartir con tu cónyuge, primero entra, saluda, besa, abraza y cena. Entonces, con calma, comparte lo que te pasó y escucha sugerencias o consejos. Dos en acuerdo con Cristo piensan mejor que uno.
  • Procura esmerarte en tu relación matrimonial y atender a tu pareja.
  • No permitas que te cargue la vida cotidiana.
  • Trabajen en ustedes mismos  como individuos y como pareja para mejorarse continuamente.
  • Más allá de oír, aprende a escuchar a tu pareja cuando te habla.
  • Lo que hace extraordinario un matrimonio es que la pareja haga cosas extras para mantener y fortalecer la relación. No esperes a un retiro matrimonial o una cena en la iglesia, un cumpleaños o un evento familiar para tener detalles el uno con el otro, ni para acordar citas románticas.
  • Si estás en pecado, arrepiéntete con honestidad, deja entrar a Cristo en tu corazón y busca ayuda para cambiar tu manera de vivir y salvar tu matrimonio.
  • Si eres cristiano, no permitas en tu hogar el maltrato institucional que denigra la posición de la mujer en el nombre de Dios. No te sientes en tu casa a esperar a que te sirvan defendiendo un enfoque esclavista a nombre de la fe. El mutuo servicio y atención en la pareja no puede ser esclavitud, sino recíproco y basado en el amor. Pónganse de acuerdo en cuanto a todo lo que necesita hacerse diariamente en el hogar y la familia, y ayúdense el uno al otro para que ninguno de los dos se recargue y se resienta. El beneficio es, además de un matrimonio balanceado, una pareja con más tiempo y energía para dedicarse el uno al otro.
Toda restauración de un matrimonio empieza con Cristo como su centro. Y Dios en su perfección, hizo un matrimonio perfecto en seres imperfectos para que necesitáramos de Él, lo buscáramos y entendiéramos que solo en Él podemos alcanzar un matrimonio extraordinario. Sin Él nada podemos hacer.

IDENTIDAD CLARA

Teniendo nuestra identidad clara, podemos pararnos firmes en medio de la adversidad. Somos hijos de Dios, tenemos un llamado de parte de Dios, y él nos ha capacitado para cumplir su propósito. Pero, a veces, no nos damos cuenta del valor y la bendición que hay en nuestra identidad.
En la palabra, desde Génesis, lo primero que Dios hizo fue poner, en Adán y en Eva, una identidad. Ante Eva, una de las cosas que Adán dijo fue: Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer. Cuando Adán vio que había algo bueno delante de él, inmediatamente entendió que hay momentos en que nos corresponde dejar cosas atrás, simplemente porque vamos en pos o porque tenemos algo mejor delante de nosotros.
Hay un pensamiento que dice que el enemigo de la excelencia son las cosas buenas. Las cosas buenas pueden llevarnos a dejar de lado que pudiera haber cosas todavía mejor. Hay cosas que, aunque sean buenas, simplemente por ir en pos de aquellas que son mejores, es necesario que las dejemos atrás. Hay que dejar cosas buenas, por tener cosas mejores. Y esa fue una de las cosas que Adán entendió. Hay personas que su identidad se ha visto atentada, no porque Dios no les haya llamado, o porque Dios no les haya capacitado, o porque no puedan entender que son hijos de Dios, sino porque no entienden que hay cosas a su alrededor que hay que dejar atrás, para poder moverse hacia adelante. Hay amistades a tu alrededor que tienes que dejar atrás para poder echar hacia adelante; en ocasiones, hasta la misma familia es la que está deteniéndonos.
En el Edén, Dios explicó que no todo lo había allí les pertenecía, sino que había algo que había que dejar, algo que no se podía tocar: El árbol del bien y el mal. Aquel árbol era lo que decía que aquel huerto le pertenecía a Dios, mientras su fruto no fuera tocado. No solamente hay cosas que tenemos que dejar, sino que hay cosas que no podemos tocar. Hay cosas que han sido limitadas para nosotros, que han sido sacadas de nuestra vida.
También en Génesis, vemos el momento en que Caín y Abel se presentaron delante de Dios con sacrificios, y conocemos el resultado de aquel sacrificio. Abel se presentó con el mejor de los sacrificios, escogió lo mejor de su ganado, lo mejor que él podía ofrecerle a Dios. Caín también se presentó con ofrenda delante del Señor, pero no había presentado lo mejor. ¿Te has preguntado de dónde Caín y Abel supieron que había que ofrendarle a Dios? El tiempo en que Adán y Eva estuvieron en el Edén, Dios tuvo que haberles enseñado cosas acerca de la adoración. Adán y Eva habían entendido lo que la Biblia nos dice en Mateo 6:21, que donde está nuestro tesoro, allí está nuestro corazón. Y ellos enseñaron a sus hijos a presentarse delante de Dios con sacrificio, porque ellos habían aprendido de una manera muy dura y muy amarga, qué era aquello que le pertenecía a Dios.
Una de las cosas que nos ayuda a tener identidad en Dios es nuestro sacrificio, es entender e identificar que no tan solo es necesario que dejemos cosas, sino que es necesario que además nos presentemos delante de Dios con cosas. Jesús no solo tuvo que despojarse de todo lo que tenía, sino que también tuvo que hacerse sacrificio, para pagar el precio por nosotros en la cruz del Calvario. El valor de algo es establecido por lo que alguien está dispuesto a pagar. Y tú tienes que entender que el precio que se pagó por ti supera por mucho el precio de las prendas más preciosas, de los autos más costosos, de las casas más lujosas. El precio que se pagó por ti es el más alto precio que jamás se haya pagado por alguien, es el precio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario.
Así que, cuando hablamos de tu valor, cuando hablamos acerca de tu identidad, basta de pensar que no vales nada, que eres pequeño ante los ojos de Dios porque, al hacer eso, lo que estás haciendo es empequeñecer el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario por ti.
Adán entendió que había cosas que había dejar, cosas que no podíamos tocar, y cosas que había que presentar; y vemos estos principios extendiéndose a través de la palabra del Señor. En Génesis 12:1-3, Dios le dijo a Abraham que se fuera de su tierra y de su parentela y de la casa de su padre, a la tierra que él le mostraría. Y Abraham se fue de allí, porque él sabía que había cosas que dejar, para encontrar algo mejor. Y Dios siguió diciendo: Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Si parafraseamos lo que Adán entendió y lo que experimentó Abraham al recibir esta palabra de Dios, diríamos: Dios te está diciendo que hay personas que han dicho cosas acerca de ti, que no pueden entender lo que Dios quiere hacer contigo. La promesa de Dios es que él nos va a bendecir, y nosotros seremos bendición. Quizás, ante mensajes como este, piensas que tú no podrías dejar a tu familia, no podrías salir de tu trabajo, del lugar en que estás; pero entiende de una vez que el deseo de Dios, y el precio que él pagó por ti en la cruz del Calvario, fue para bendecirte.
Recibe esta palabra que Dios le dio a Abraham: Te bendeciré, y tú serás bendición. Entiende que esa gente, de la única manera que va a poder ser bendecida es cuando tú te muevas hacia adelante; entiende que tú también estás deteniendo la bendición de esas personas. Tú estás ahí porque tú los amas, pero Dios te dice: Muévete hacia al frente, porque no solamente te voy a bendecir a ti, sino que los voy a bendecir a ellos a través de ti. 

BARRO EN SUS MANOS

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2
Pablo está diciendo: No te conformes a este siglo; mira la idea de Dios para ti. 
Cuando observamos estas palabras, nos damos cuenta que es el deseo de Dios que sus hijos realmente conozcan cuál es la idea que Él siempre tuvo para sus vidas. Es interesante, si miras la palabra del Señor y tú vida, verás que tu identidad es  formada por varias cosas.
La identidad es, en parte, influenciada por varios factores como el lugar de nacimiento, actitudes de familiares, actitudes de nuestros padres, y las circunstancias. Pero, cuando claramente miras la palabra del Señor, en Génesis 1 y 2 podrás ver que Dios fue quien formó la identidad. En Génesis 1 se ve la idea del corazón de Dios, cuando dice: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Entonces, en el capítulo 2, Dios moldea su idea para manifestarla con barro. Comienza a poner sus manos sobre esa idea y aprieta ese barro, poco a poco, hasta crear al hombre a la imagen que tiene dentro de él.
Hay dos cosas muy importantes y valiosas para la identidad: La forma que tienes hoy, y la idea de Dios para tu vida. La forma que tienes hoy, probablemente, no te agrada y tampoco le agrada a Dios. Tal vez tu vida, hoy, no refleja la idea original de Dios para ti; aun así, la idea de Dios sigue siendo la misma.
Lo grande del Dios Todopoderoso es que, cuando le surge una idea, Él no se queda sin ejecutarla. Él no dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y no hizo nada al respecto. Dios no es como algunas personas que tienen buenas intenciones de hacer muchas cosas, pero nunca hacen nada. Tienen las mejores intenciones de comenzar a bajar de peso, leer algún libro, u organizar sus finanzas para poder comprar una casa, entre otras cosas, pero, cuando comienzan, ven todo lo que tienen que hacer para alcanzar su idea y lo piensas dos veces. Les entra la pereza cuando ven el barro, el sucio, y piensan: ¿Cómo comienzo esto? En cambio, Dios, cuando pensó  hacer al hombre, no se quedó con la idea, sino que, tan pronto la tuvo, la ejecutó, porque Él sabe que las cosas no suceden con tan solo desearlas.
Hay gente que dice: Quisiera tener un mejor matrimonio, mejores hijos, empresas, finanzas, pero todo queda en un anhelo. El problema es que, cuando ven las herramientas que tienen para formar su idea, lo piensan, porque es barro y se les ensucian las manos.
Puede ser que tu vida este hecha un problema y puede ser que esté totalmente deforme, pero, mientras no hagas nada, ni le permitas a Dios meter la mano en ese barro, nunca podrás alcanzar la idea de Dios para tu vida.
No importa cuán regada esté tu vida, permite que Dios ponga sus manos en tu barro para que te forme a su imagen y recibas la victoria que has esperado. La imagen de Dios para ti siempre ha permanecido y Él está dispuesto a meter la mano en el barro para darle forma a la vida que Él tiene para ti. 

EL CIELO GOBIERNA

Las circunstancias en nuestros países se han ido deteriorando al grado tal que aun la iglesia, muchas veces, parece haber llegado a pensar que ya no hay remedio. En Jeremías 29:11, Dios dice: Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Muchos se habían ido de Jerusalén. Un remanente había sido llevado cautivo por el rey Nabuconodosor; y aquel remanente es al que Dios le dice, en el verso 5: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos.Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis.
Según la lógica del mundo, lo último en lo que pensaríamos en un momento de crisis es en edificar. La gente espera a que las circunstancias cambien para entonces hacer planes. No edifican, no se quieren casar. Pero Dios le dijo a un pueblo cautivo: Haz planes, continúa con tu vida, sigue trabajando, levanta negocios, haz viña, edifica, dile a tus hijos que se casen; en vez de reducir, crezcan.
¿En quién tú vas a confiar? ¿En los falsos profetas, en los periodistas? ¿O vas a confiar en lo que Dios sabe? Porque él sabe los planes que tiene acerca de ti, planes de bien, y no de mal, para darte el fin que tú esperas. Por más malas que se vean las cosas en tu país, tú no puedes dejar de hacer planes para tu futuro. A pesar de todo lo que pase, cree en la mano providente de Dios, porque todo obra para bien para aquellos que aman a Cristo Jesús.
Los hijos de Dios podemos vivir con tal seguridad que, en medio de tiempos de crisis, continuemos haciendo planes, confiando en que Dios quiere darnos el fin que esperamos, aun cuando el mundo pierde la cabeza.
En Daniel 4, la ciudad iba a atravesar una crisis, y el rey Nabuconodosor comenzó a tener revelaciones acerca de esto. El rey estaba desesperado, se iba a volver loco; llegó a actuar como un animal. Esto pasó también a Faraón, en Egipto, cuando tuvo sueños que no entendía, de siete vacas gordas y siete vacas flacas. Sacan a José de la cárcel; tuvo que venir un hombre de Dios a interpretar qué era lo que ocurriría. Esto mismo estaba pasando con Daniel. Daniel interpretó aquellas revelaciones, tratando de darle a Nabuconodosor la seguridad de que Dios tenía todo en control. Pero, en el verso 26, Daniel le dice al rey: Tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna.
El mundo se está volviendo loco, pero tú no tienes que volverte loco porque nuestros reyes y nuestros líderes se estén volviendo locos. Alguien tiene que mantenerse cuerdo en este tiempo. El mundo no sabe lo que va a pasar, están desesperados, ansiosos, preocupados. Daniel estaba tranquilo, e interpretó el sueño; y le hizo una declaración: Tu gobierno quedará firme, cuando tú entiendas que tú no eres quien manda; quien gobierna es el cielo. Cuando tú tengas esa conciencia de que quien gobierna es el cielo, que la autoridad y tu seguridad no vienen de la tierra, sino de los cielos, que no hay nada que pase en esta tierra que sorprenda a los cielos porque, desde el principio, dice la Biblia que creó Dios los cielos y la tierra, y la tierra estaba desordenada y vacía, pero los cielos nunca se desordenaron, entonces, tu vida quedará firme.
Tu vida será firme en la medida en que tú entiendas que tu vida no es gobernada por las situaciones presentes. El cielo nunca ha perdido autoridad. Tu vida es dirigida por lo que Dios ha establecido en los cielos. Esto no te exime de vivir momentos difíciles, duros, pero tu vida está segura porque tú estás seguro de que quien gobierna es el cielo. En vez de estar mirando al mundo, mira para el cielo, y declara que es el cielo el que gobierna sobre tu vida. Tus pensamientos tienen que estar guardados en el cielo, no para escapar, sino porque tú sabes que toda autoridad viene del Dios Todopoderoso, que no hay circunstancia que haya movido su plan para tu vida. Saber que el cielo gobierna es lo único que te permite mantener tu cordura.
En Isaías 51, el pueblo estaba pasando por grandes problemas, y Dios comienza a hablarle, para que despierte; y dice el verso 16: Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú. Según la versión original, la palabra extendiendo realmente debería ser la palabra estableciendo oplantando. Dios le estaba diciendo al pueblo de Israel: Sé que estás en un momento duro, pero yo he puesto mi palabra en tu boca, y yo he plantado, he establecido ciertas cosas en los cielos.
¡Despierta! Ya Dios ha plantado, ha establecido ciertas cosas para ti en los cielos; él te va a cubrir. La palabra habla acerca de un segundo y tercer cielo. La guerra espiritual de la que muchos hablan, se lleva a cabo en el segundo cielo; pero tú no eres ciudadano ni del primer ni del segundo cielo, sino que dice la Biblia que tú fuiste trasladado del mundo de las tinieblas a la luz admirable. Tu vida ha sido establecida en un cielo más alto que aquel que el mundo puede ver y que aquel que el enemigo puede influenciar. Con las palabras que Dios ha declarado sobre tu vida, él te ha plantado, te ha establecido en un lugar firme, donde tú puedes estar seguro que, a pesar de las peores circunstancias, la mano de Dios está lista para cubrirte, si tú entiendes que el cielo gobierna sobre tu vida.
Dios ha puesto sus palabras en tu boca, y es para que alinees tu declaración con la declaración que el cielo ha hecho sobre tu vida, y comiences a ver todo lo que él ha establecido en los cielos para ti y los tuyos. 

EL AYUNO QUE ROMPE CICLOS DE FRACASOS

¿Pareciera que el fracaso y la frustración son su suerte en la vida? ¿Está su vida caracterizada por continuos contratiempos y desgracias? ¿Pareciera como si no importa lo que haga en la vida, no puede obtener las bendiciones del Señor?
A menudo, lo más frustrante de todo este escenario es el hecho de que usted es un creyente y ama al Señor. De acuerdo a Gálatas 3:13, somos redimidos de la maldición. En otras palabras, Jesús se convirtió en maldición en nuestro lugar. Si esto es cierto, entonces ¿cómo puede un creyente todavía estar bajo una maldición?
Por desgracia, todavía hay muchos creyentes que viven bajo maldiciones, a pesar de que han sido legalmente redimidos de las maldiciones. Del mismo modo que un creyente puede tener que librar una buena batalla de fe para la sanidad, él o ella también puede tener que librar una buena batalla de fe contra las maldiciones. Muchas de las maldiciones que pueden afectar la vida de una persona vienen como resultado de uno de los espíritus más malvados y viles en el reino de las tinieblas, el espíritu de Belial.
Él es un espíritu dominante de maldad. Hay una gran cantidad de demonios que operan bajo su mando, maldiciendo la vida de las personas. Cuando observo las prácticas y los pecados que están sucediendo en nuestra nación hoy, sé que el espíritu de Belial está detrás de ellos. Belial es un hombre fuerte en Estados Unidos, así como otras naciones del mundo. Belial es un gobernante del mundo de maldad. Jesús nos enseñó la necesidad de atar el hombre fuerte con el fin de saquear sus bienes (Mt. 12:29).
Las oraciones que aquí encontrará tienen el propósito de hacer precisamente eso; mientras ora, Belial, el gobernante del mundo de maldad, será atado, y su dominio demoníaco en usted, en su familia y la comunidad, se romperán. En primer lugar, vamos a hablar de lo que el ayuno hace cuando se acompaña con este tipo de oración.
El ayuno hace que sea más fructífero (ver Joel 2:22).
El ayuno aumenta el fruto de la vida de un creyente. Esto incluye el fruto del Espíritu. Dios desea que su pueblo sea más fructífero. El ayuno ayuda a nuestros ministerios, empresas y carreras para que sean más fructíferas.
El ayuno libera la lluvia (ver Joel 2:23).
La lluvia representa el derramamiento del Espíritu Santo. La lluvia también representa bendición y refrigerio. Israel necesitaba la primera lluvia para humedecer el suelo para la siembra. Necesitaban la lluvia tardía para llevar los cultivos a la madurez. Dios ha prometido dar la lluvia temprana y tardía en respuesta al ayuno.
El ayuno humedece el suelo (el corazón) para la siembra de la semilla (la Palabra de Dios). El ayuno provoca que la lluvia caiga en lugares secos. Si usted no ha experimentado un avivamiento en su espíritu por mucho tiempo, a través del ayuno al Señor puede hacer que la lluvia de avivamiento caiga en su vida para que pueda ser refrescado y renovado.
El ayuno rompe las limitaciones, libera el favor y trae ensanchamiento (ver Ester 4:14-16).
El ayuno fue parte de la derrota de los planes de Amán para destruir a los judíos. Toda la nación de Israel fue liberada por el ayuno. Ester necesitaba el favor del rey y lo recibió como resultado del ayuno. El ayuno libera el favor y trae gran liberación. Los judíos no sólo derrotaron a sus enemigos, sino que también se ensancharon. Mardoqueo fue ascendido, y Amán fue colgado.
La expansión viene a través del ayuno. El ayuno rompe las limitaciones y da más espacio para la expansión y el crecimiento. Dios desea ensanchar nuestros territorios (Dt. 12:20). Dios quiere que tengamos más territorio. Esto incluye los territorios en lo natural y lo espiritual. El ayuno rompe las limitaciones y causa la expansión.
El ayuno causará que tenga victoria amplia ante circunstancias adversas (ver 2 Crónicas 20:3).
Josafat se enfrentaba a los ejércitos combinados de Moab, Amón y Edom. Se enfrentaba a enormes obstáculos. El ayuno le ayudó a derrotar a estos enemigos. El ayuno nos ayuda a obtener la victoria en medio de la derrota.
Josafat hace un llamado al ayuno, porque tenía miedo. El miedo es otra fortaleza que a muchos creyentes se les dificulta superar. El ayuno rompe el poder del demonio del miedo. Espíritus de terror, pánico, miedo, temor y timidez se pueden superar a través del ayuno. Ser libre del miedo es un requisito para vivir una vida victoriosa.
Oraciones para obtener bendición y favor:
Señor, bendíceme y guárdame. Haz que tu rostro resplandezca sobre mí, y ten de mí misericordia, alza sobre mí tu rostro y pon en mí paz (Nm. 24:2).
Hazme como a Efraín y Manasés (Gn.48:20).
Permíteme estar satisfecho con el favor y lleno con tus bendiciones (Dt. 33:23).
Señor, ordena tu bendición sobre mi vida.
Dame revelación, y déjame ser bendecido (Mt. 16:17).
Soy la simiente de Abraham a través de Jesucristo, y recibo la bendición de Abraham. Señor, en bendición, bendíceme, y en multiplicación, multiplícame como las estrellas de los cielos y la arena de la mar.

IDENTIDAD EN DIOS

Muchas veces, la gente no le da valor a la identidad que Dios les ha dado. Esto lo que provoca es que otros comiencen a beneficiarse de la inestabilidad de sus pensamientos, porque las crisis y las dificultades les han hecho cuestionar quiénes son.  Se preguntan si estarán en el lugar correcto, qué será de sus vidas, por qué les pasa lo que les pasa.
Hace un tiempo atrás, se dio un caso de un hombre que falleció y su viuda lo puso en un congelador por dos años, para continuar cobrando su cheque del seguro social. Por supuesto que no estuvo bien lo que hizo; pero, si analizamos, ella vio un valor –en este caso, monetario– en la identidad del que era su esposo, y buscó sacarle provecho. Al igual que esta señora, hay quienes reconocen el valor de tu identidad y tratan de sacar beneficio de quien tú eres. Con tu identidad, podrían comprar una nueva casa, un carro, mudarse a un nuevo lugar y  tener una nueva vida falsa. Pero, aun así, la iglesia y la gente no entienden lo importante y el valor que tiene la identidad que Dios les ha dado.
Quizás te encuentras en aprietos, piensas que no puedes hacer nada con lo que tienes, miras tus circunstancias y dices: ¿Quién soy yo para hacer algo?, ya se acabaron mis opciones. En el momento en que piensas que tu vida ya no vale nada, dale tu número de seguro social a un ladrón y él sacará provecho a tu identidad; aquí en la tierra, va a sacar lo que tú no estás dispuesto a sacar. 
Para evitar que otros roben tu identidad e intenten sacar provecho de la persona en la que Dios te ha convertido, debes pararte firme y saber quién eres. Vive consiente de quién eres en Dios porque, sin darte cuenta, los efectos de no saber quién eres pueden ser devastadores.
En la Biblia, puedes encontrar momentos donde algunas personas intentaron, y muchos lograron, robar la identidad de otro. Génesis 25:27-34 nos cuenta cómo uno de los hijos de Isaac menospreció el valor de su identidad. Esaú y Jacob eran gemelos, pero Esaú era el primogénito de Isaac, por haber salido primero del vientre de su madre, Rebeca. Este, en un momento de cansancio y hambre, menospreció el valor de su identidad, el privilegio de ser primogénito, y vendió a Jacob su primogenitura por un guisado de lentejas; le dijo a Jacob: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? (v.32) Luego, en Génesis 27, vemos el provecho que le saca Jacob a la primogenitura que su hermano Esaú menospreció. Isaac no sabía de este trato y, como no podía ver, en el momento que fue a bendecir a su primogénito Jacob, fácilmente le engañó disfrazándose de Esaú.
Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido;  Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren. Génesis 27:27-29
Entonces, cuando Esaú fue a donde Isaac a reclamar su bendición de primogénito, este le dice: ¿No has guardado bendición para mí? Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío?  Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. Génesis 27:26-38
¿Alguna vez has sentido que dieron a otra persona lo que te correspondía? En ese momento, Esaú lloró amargamente porque lo que le correspondía a él se lo llevó otro y ahora parecía que no había ninguna otra oportunidad.
Tu identidad es intangible, por lo que, muchas veces, se te puede dificultar ver su valor, lo que te puede llevar a menospreciar tu identidad, hasta el momento que se refleja en el mundo natural. Esaú no supo el valor de lo que tenía, hasta que llegó el momento de la manifestación de la bendición de su primogenitura antes de su padre morir. Pero, para cuando se dio cuenta del valor de lo que tenía, ya había sido muy tarde porque en algún momento pensó que no le serviría de nada y la vendió a alguien que sí vio su valor.
La vida que hoy tú menosprecias, otro la desea. A lo mejor lo que tienes no es lo que quieres, pero otros quieren lo que tú tienes porque ven su valor. Es triste que no aceptes la bendición de Dios para tu vida, y más triste es ver cómo otros reciben la bendición que te correspondía.  Mientras más rápido aceptes esa identidad y aprendas la idea de Dios para ti, entonces podrás recuperarte y vivir toda la bendición que Dios tiene para tu vida.
Si hoy has perdido tu identidad por alguna circunstancia como divorcio, quiebra, problemas con tus hijos, o algo te ha hecho cuestionar quién tú eres, o porque en algún momento no apreciaste lo que tenías, ya basta de llorar porque, lo que Dios tiene preparado y planificado para ti, no se ha perdido porque alguien haya tomado tu lugar por un momento; es más, es todo lo contrario. En el mundo natural, otro toma tu identidad sólo para sacarte dinero, pero en el mundo espiritual, ya alguien tomó tu identidad para rescatarte, restaurarte y salvarte, ese es Jesucristo.  Cuando no valías un centavo, Él se identificó contigo, para que luego te identifiques con él.  Reconoce que tu verdadera identidad viene del Dios Todopoderoso, y que, aunque ahora no vez, el valor de lo que tienes muy pronto se te será revelado. 

PREPÁRATE Y ENTRA

La diligencia y la responsabilidad son principios importantes que necesitas para transformar las crisis, las adversidades, en bendición.
Rut dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo a recoger espigas. Estaban en necesidad, y Rut no tenía trabajo, título; pero, comoquiera, dijo: No me puedo quedar aquí, hay que hacer algo. Y se fue al campo a recoger espigas.
La responsabilidad y la diligencia tienen una gran bendición de Dios. Dice la palabra que el perezoso no atrapa la presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. Dice, además, la palabra: ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se va a codear con reyes, y nunca será un don nadie.
Sin ninguna posición, Rut se fue a trabajar, se metió en el terreno. Lo más difícil, aun dentro de la iglesia, es conseguir gente que trabaje sin título. Esta mujer se metió en el campo y empezó a trabajar, y Booz –el dueño del campo – la vio, y le preguntó a sus siervos: ¿Quién es esta joven? Le explicaron que era una joven que había venido con Noemí, y se había metido allí a trabajar, sin descanso. Entonces, Booz le mandó a decir que siguiera yendo allí, que no fuera a ningún otro campo. Booz la llamó y le dio de comer y de beber, y dijo a sus empleados: Cuando ustedes vayan recogiendo, suelten espigas para que ella tenga algo que recoger. Y eso es lo que hace el Señor contigo: Cuando tú empiezas a hacer algo, el favor de Dios se activa sobre tu vida. El Señor te ve que estás trabajando, y dice: ¿Quién es este que está trabajando? Y le dicen: No sé quién es, pero llegó esta mañana y se puso a trabajar; no tiene título, pero está trabajando. Y el Señor dice: Vamos a bendecirlo.
Tu bendición está atada a la diligencia y a la responsabilidad. En medio de tu crisis, hay algo que tienes que hacer; y, tan pronto te actives, el favor de Dios se va a derramar sobre tu vida.
Otro principio que necesitas para transformar las crisis, las adversidades en bendición es ser humilde y sumiso. Noemí le dice a Rut: Esto es lo que vas a hacer: Te vas a bañar, te vas a vestir, y te vas a perfumar. Rut pudo haber cuestionado las instrucciones de Noemí. Pero aquella mujer era humilde y sumisa, y le dijo a su suegra: Yo voy a hacer todo lo que tú me mandes. Hay un gran secreto en este acto y es que, cuando tú estás dispuesto a aceptar el plan de Dios, él te va a usar para transformar las adversidades en plenitud.
No es tu plan, no es tu idea, no es tu concepto el que va a transformar la situación. Hay gente que se creen tan seguros por lo que saben, que nunca puede escuchar lo que Dios está diciendo. Si el rey David tuvo éxito en su vida, es porque era un hombre humilde y sumiso para aceptar el plan de Dios. Él sabía que su éxito dependía de que él fuera humilde y pudiera aceptar lo que Dios le estaba diciendo que hiciera. Por eso, cuando robaron sus mujeres, sabiendo pelear, no teniendo que preguntarse si perseguirlos o no, fue y buscó la dirección de Dios. Él sabía que, si era humilde y obediente, y se sometía al plan de Dios, era ese plan el que traería el éxito. David preguntó: ¿Los persigo? Dios pudo haber dicho que no, y David no los hubiese perseguido, pero no porque Dios no se los fuera a entregar, sino confiando en que Dios entonces los traería.
Sé obediente, sé humilde. El plan de Dios es el que te va a traer el éxito. No es tu conocimiento, lo que tú sabes, lo que has aprendido. Puede ser que Dios te haya usado de una manera hoy, pero mañana puede usarte de otra. Por eso, es importante el plan de Dios.
En medio de la crisis que tú estás viviendo hoy, Dios tiene el plan perfecto para transformarlo de la crisis, de la adversidad, a la bendición.
Además, necesitas valentía para ser usado por Dios para transformar la adversidad en plenitud. Noemí le dijo a Rut que se preparara para entrar a la tienda de Booz y acostarse a sus pies. Esto era algo que hacían los sirvientes; se acostaban a los pies de sus amos, por cualquier cosa que se les ofreciera. Rut pudo pensar que la sacarían de allí, si hacía esto; pero hizo lo que Noemí le indicó.
El problema con muchos que no pueden ser líderes transformadores es que les falta valentía, determinación, para hacer lo que Dios les está mandando a hacer. Pero son los valientes los que pueden transformar las circunstancias difíciles en bendición; aquellos que se atreven a entrar donde Dios les está diciendo.
Y hoy Dios te dice: Prepárate, para que entres a lo que tengo para ti, a aquello que va a transformar tu crisis en plenitud.